Consejos generales de trabajo en el
aula.
Estos
consejos facilitan el aprendizaje de todos los alumnos de su clase,
especialmente, de aquellos con dificultades de aprendizaje. Estas sugerencias
no requieren sacarlos de la sala de clases ni tiempo adicional.
1.
Establezca reglas de comportamiento y rutinas desde el comienzo del año
escolar. Es importante que los niños conozcan los procedimientos dentro del
aula y las consecuencias que implican no cumplirlos, así como las del
quebrantamiento de reglas. Sea claro y explícito, así como consecuente en sus
indicaciones.
2.
Comience las clases a partir de un contenido conocido, en un estilo de repaso
de lo aprendido para luego ir poco a poco introduciendo nuevos (Condemarín,
1999). Al inicio de cada lección los contenidos y habilidades aprendidas en la
lección anterior y comente cómo se relacionan con la lección de hoy. De esta
manera, las relaciones entre diferentes contenidos serán más evidentes, lo que
facilita su retención.
3.
Escriba en el pizarrón un plan con los puntos más importantes que se tratarán
durante la clase. (Chadwick en Luccinni, 2002). Si los niños son pequeños, hay
que leerlos en voz alta guiando la lectura del pizarrón con un puntero.
Recuerde que estructurar la clase les
permite a los niños anticipar lo que ocurrirá y, por lo mismo, facilita la
comprensión.
4.
Ajuste la dificultad las actividades a las competencias de los niños
manteniendo un nivel de desafío constante, para así aumentar su sensación de
eficacia y con ello mejorar su motivación (Valmaseda en Coll, Marchessi &
Palacios 2002). Una tarea demasiado fácil es poco motivadora, lo que puede
resultar en pérdida del interés e interrupciones. Una demasiado difícil resulta
frustrante. El trabajo debe ser desafiante, que requiera concentración. Para
apoyar a los menos hábiles, recorra la sala para monitorear el trabajo y
ofrecer ayuda.
5.
Entregue instrucciones claras y precisas para las actividades. Antes de dar una
instrucción, solicíteles a los niños que presten atención, que dejen de hacer
lo que estaban haciendo y que lo miren y escuchen atentamente. Puede usar
estrategias como cruzar los brazos sobre el banco, referir la atención a una
lámina de normalización.
6. Antes de dar una instrucción elicite las habilidades y
contenidos que los niños necesitarán para realizar la actividad. Luego de una
instrucción precisa respecto a lo que espera que los niños hagan, secuenciando
las acciones y nombrando los materiales y objetos que utilizarán.
7.
Refuerce los éxitos. Muy a menudo, los niños con dificultades reciben una
información clara con respecto a sus fracasos. Por el contrario, pocas veces
son reforzados por aquello que son capaces de realizar (Valmaseda en op. cit).
8.
Entregue a los alumnos una imagen de sus competencias, estimulando y
reconociendo las actividades que realiza de manera exitosa o en las que
obtiene avances que, aunque pequeños, sean significativos. Esto les ayudará en
el desarrollo de su autoestima y seguridad personal, y a conocer sus
fortalezas, lo que a su vez influirá en su manera de afrontar sus propios
déficit.
9.
Estos refuerzos debe realizarlos cuando la situación lo amerite y de inmediato:
cuando el niño obtenga avances en su proceso de aprendizaje. El refuerzo
indiscriminado o desfasado en el tiempo se vuelve inefectivo (los niños no
saben qué es lo que se refuerza) e incluso contraproducente (pueden asociarlo
azarosamente a otra conducta).
10.
Mantenga una relación cercana y amable con los niños Su valorización
positiva y reconocimiento motivarán al niño a seguir instrucciones y acatar
normas. Por el contrario, si el niño se siente rechazado hará todo para merecer
ese rechazo.
11.
Trátelos como personas grandes exigiendo comportamientos apropiados con
firmeza, pero sin incomodarlos o humillarlos en frente del grupo. Escúchelos
con paciencia y pregúntele su opinión, pues ellos responden bien a los tratos
amables (Haeussler en Lucchinni, 2002).
12.
Mantenga contacto visual al hablarles y redirija su atención cada vez que sea
necesario con una señal, tocándolos en el hombro, un chasquido de dedos. Estos
pequeños gestos ayudan a centrarlos en la tarea. A principios de año necesitará
hacer esto varias veces.
13.
Respecto a las evaluaciones, corrija los ítemes más difíciles con toda la
clase. Muestre cómo se resuelven y aclare los malentendidos (Chadwick en
Luchinni, 2002). De esta forma, se alivia la ansiedad que genera equivocarse y
se muestran los pasos para realizarlo correctamente. Esto es aún más útil para
estos niños si considera que tienen baja tolerancia a la frustración, ya que no
obtienen buenas notas y les cuesta mucho superarlas.
14.
Obsérvelos constantemente. Monitoreé los avances del niño constantemente para
asegurarse que el nivel de dificultad de la actividad es el adecuado y que esté
realizando y avanzando en las actividades. Pase por su puesto y pregúntele si
comprendió la instrucción, si tiene alguna pregunta o si puede verbalizar lo
que está haciendo y cómo lo está realizando. Así podrá tomar decisiones en
momentos más adecuados y precisos.
15.
Otorgue corrección adicional en su cuaderno y tareas. La corrección de cuaderno
es una estrategia que permite pesquisar lo errores más comunes que los niños
están cometiendo, los contenidos atrasados, dificultades en la escritura, entre
otros. Y definir estrategias remediales como la copia de otro cuaderno para
completar, corrección de errores, reedición e, incluso, derivación a
profesionales especializados.
Reflexiones en el Aula |
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